EL MUNDO NUEVO DE CHARLOTTE PERRIAND. “LA CREACIÓN NO TIENE FÓRMULAS”
Por Helena Talaya-Manso*
La Fundación Louis Vuitton, ha dedicado este otoño en Paris (octubre - febrero) una exhibición monográfica para mostrar el trabajo de la diseñadora francesa, Charlotte Perriand, una creadora inspirada por el progreso y la tecnología moderna, que colaboró estrechamente con Le Corbusier y Fernand Léger en la creación de interiores y diseño de muebles. La exposición se centra en sus realizaciones como diseñadora, pero también en los contactos que forjó con otros artistas.
A finales de los años 20, Charlotte Perriand (Paris, 1903-1999) traza un camino único, libre e independiente en el mundo de la creación, que va a llegar hasta los albores del siglo XXI. Fascinada por la revolución tecnológica, imagina un “arte de vivir” que rompe con los códigos de su época. Contemporánea de una época fascinada por las máquinas, ella misma lleva collares hechos de bolas de rodamiento. La mecánica, el cine, los aviones y automóviles le inspiran y cuando su imaginación se cruza con la de Léger y Calder, se va a producir una prodigiosa combinación de talentos.
En 1927 usa el acero para hacer muebles de una modernidad asombrosa y se une al taller de Le Corbusier y diseña la Chaise longe y el Fauteuil gran confort (sillón de brazos muy confortable) que son obras maestras del diseño de muebles del siglo XX y que se exhibieron por primera vez en el Salón de otoño de 1929. Su papel en el taller de Le Corbusier era ocuparse del equipamiento de la habitación, no de la parte arquitéctonica, que ‘diera vida al mobiliario’ es lo que Le Corbusier esperaba de ella.
En los años 30, para “aprender lecciones de las leyes de la naturaleza” pasea por las playas de Normandía llenando su mochila con tesoros: piedras, sílex, huesos, y piezas de madera lavadas por el mar, y las fotografía. Le Corbusier incorpora temas parecidos en sus pinturas, igual que Fernand Léger quien dibuja piedras, raíces, incluso pedazos de carne. Es el llamado “art brut”, y de formas libres, inspirados por la naturaleza. En la organización de la naturaleza, encontraron un orden geométrico inesperado, y una inagotable fuente de formas y materiales que les llevó a poder ir más allá del diseño de la línea recta, del círculo y del cuadrado, características de la sintaxis formal del arte y la arquitectura modernas.
En 1940, Charlotte Perriand es invitada por el gobierno japonés para aconsejar en la producción del diseño industrial en el país. Francia y Alemania ya estaban en guerra, pero Japón no había entrado aun en el conflicto. Allí se apasionó por la manera japonesa y sencilla de vivir que usa tatamis, sin sillas ni mesas, y empezó a adaptar sus muebles para aprovechar las cualidades técnicas de los materiales locales.
En 1946, a su vuelta Francia después de su estancia en Japón, Charlotte Perriand toma parte en diferentes proyectos vinculados a la educación, vivienda y salud, que ella resumió como “El arte de vivir”, filosofía que le llevó a realizar creaciones que son resultado directo de su visión de la vivienda, un dominio al que ella se consagró intercalando interiorismo, muebles y equipamientos, constantemente animando a los arquitectos a pensar la vida en contacto con el arte.
En 1955, vuelve a Japón, y esto le permite a Charlotte Perriand concebir una exposición sobre el tema sobre la “síntesis de las artes”. Con la colaboración de Fernand Léger y Le Corbusier, reafirma la unidad entre arquitectura, pintura y escultura. La exposición inaugurada en los grandes almacenes Takashimaya de Tokio, fue diseñada con el propósito de mostrar las tendencias y preocupaciones del occidente a través de la colaboración entre los artistas y productores industriales. En ella se exhibieron tapices diseñados por le Corbusier y Fernand Léger, y cerámicas y estudios de vidrieras de éste ultimo, al mismo tiempo que se utilizaron trabajos de artistas contemporáneos como Soulages que sirven a Perriand para insistir en cómo elementos vivos y en perpetuo movimiento satisfacen la necesidad de arte de cada individuo.
De 1956 a 1972, Charlotte Perriand trabaja en la galería que el ingeniero de artes y oficios Steph Simon había creado en Saint-Germain-des-Prés donde se encarga de la producción de los muebles. Durante los quince años que la galería permaneció abierta, gozó de un tremendo prestigio y marcó a toda una generación de arquitectos, diseñadores y clientes que adoptaron este nuevo “arte de vivir”.
Posteriormente vivió en Brasil, donde mantuvo contactos con el arquitecto Oscar Niemeyer y Lúcio Costa y otros escritores y artistas como Jorge Amado y María Bethânia. La casa en que la que vivió durante su estancia allí, demuestra su capacidad para renovarse durante toda su carrera. Pero, su trabajo siempre permaneció fiel a estos dos principios: formas útiles que van más allá de su función, un diálogo con el espíritu de los lugares que los acogen, y el amor por los materiales.
En 1993, ya al final de su carrera, Hiroshi Teshigahara le pidió que diseñase una Casa del té que formaría parte del Festival de la Cultura de Japón, el cual se celebró en París en 1993 que se localizaría en la cubierta verde de la Sede de la UNESCO. Su propuesta usa materiales tradicionales como la madera de pino y el bambú, elementos naturales como el agua y los cantos rodados, generó el ambiente de quietud y paz requerida para llevar a cabo la Ceremonia del té. El diseñador Sori Yanagi afirmó: “de todos los occidentales que han trabajado en Japón, es probablemente ella quien ha tenido una mayor influencia en el diseño japonés.
La visita a esta exposición sirve para reconocer la creatividad y la capacidad de una mujer creadora, no tan conocida como los otros nombres con quienes colaboró. Celebramos que esta exhibición sirva para dar reconocimiento a una creadora de este calibre, quien con su trabajo ayudó a crear un diálogo vivo entre arquitectura y urbanismo, proponiendo una síntesis entre las artes con el propósito de mejorar la vida diaria.